En qué consiste el "deporte adaptado": experiencias en primera persona

En el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, LA NACION entrevistó a jugadores de distintos seleccionados de la Argentina para conocer cómo el deporte puede ayudar a integrarlos a la sociedad

Deportes03 de diciembre de 2016Diario PrimiciaDiario Primicia

y historias de superación que envuelven sufrimientos, obstáculos vencidos y esfuerzo. Sobre todo, esfuerzo. Son vivencias que elevan la vara con la que cada uno se mide y que exigen, porque solo exigiéndose uno avanza. Y cuando avanza, crece.

En esta superación algunos se encuentran con el desafío de aprender a convivir con ese obstáculo, de dejar de verlo como una limitación sino como una oportunidad de ser testimonio para otros y de representar, con su lucha y compromiso, al país.

Nicolás Veliz: el murciélago que "le ponía una bolsa a una pelota común para que hiciera ruido"

Nicolás Veliz
Nicolás Veliz. Foto: http://www.diaadia.com.ar/

Nicolás tiene 25 años y a los 12 conoció el "fútbol ciego" -como él mismo lo llama-, un deporte que desde hace 9 años le permite representar al país en la máxima competencia. Como buen cordobés disfruta las pasiones propias de su provincia, pero sin salirse del foco: él es deportista y tiene la disciplina de quien quiere llegar a lo más alto. "La clave está en la dedicación, en que realmente te guste y te apasione, en la convicción de querer superarse día a día y en el apoyo de la familia que siempre está respaldando para que uno pueda desarrollarse".

Con esto en la cabeza, Nicolás trabaja en pos de su mayor sueño, que es alcanzar el oro en algún mundial o paralímpico. Y no se conforma con menos. Este año, en Río, fue uno de los encargados del bronce que le permitió a los murciélagos volver al podio olímpico. Pero Nicolás quiere más.

Los murciélagos
Los murciélagos.

Este delantero hincha de Belgrano de Córdoba e ídolo de Lionel Messi contó a LA NACION que, aunque parezca mentira, siempre se las arregló para jugar al fútbol con sus compañeros del colegio y amigos del barrio. Pero contó que el "descubrimiento" que la cambio la vida fue el fútbol para ciegos. Empezó a jugar la Liga Nacional con su club, Municipalidad de Córdoba, lo que vivió como una gran alegría. "Significaba poder practicar el deporte que más me gustaba de manera competitiva".

Y agregó: "Antes era algo mucho más recreativo, le ponía una bolsa a una pelota común para que hiciera ruido. La mayoría de los que estamos acá hemos empezado así". Y destacó que, al no haber ido a un colegio para ciegos, "antes prácticamente no tenía contacto con personas con discapacidad visual. También fue un descubrimiento en ese sentido. Más allá de la discapacidad, el deporte -adaptado o no- te da la posibilidad de conocer gente y compartir muchas cosas. El fútbol me dio la mayoría de los amigos que tengo".

Nicolás está terminando la carrera de Comunicación Social en Córdoba y, desde hace cinco años, trabaja en Tarjeta Naranja. Pero, más allá de su ejemplo, reconoce que, si bien hay buenas intenciones y el deseo de ayudar, falta conocimiento en la sociedad sobre cómo poder contribuir con las personas en su situación, no solo en cuestiones simples como no tirar cosas a la calle, sino también desde las oportunidades laborales: "No pensar en ayudar cómo hacer la buena acción del día, sino pensando en la igualdad y la inclusión, porque todos somos diferentes y son esas diferencias las que nos hacen más ricos".

Valentín Olmedo: pasar de ser espectador a protagonista

Valentín Olmedo
Valentín Olmedo. Foto: Facebook

Valentín es el arquero de la Selección Argentina de Powerchair Football. Tiene 17 años y es hincha de Rosario Central "a muerte", un poco por herencia familiar pero, también, por convicción. Nació con la pasión puesta en el fútbol, un amor que alimentaba yendo a la cancha, viendo la televisión y jugando a la Play Station. Valentín era espectador.

El tiene Atrofia Muscular Espinal (AME), una enfermedad que le detectaron al año. Su mamá, Josefina Olmedo, cuenta que fue duro enterarse del diagnóstico pero hace una vida normal. "Lo peor que puede pasarte es quedarte con el enojo y la tristeza".

En 2013 conoció un nuevo universo: el de jugador. El escenario de esta nueva puerta que se le abría fue nada menos que el del club de sus amores, esa cancha a la que iba fecha tras fecha del torneo a alentar a "los canallas". Y fue justamente con un amigo que conoció ahí con quien comenzó a jugar fútbol adaptado en el equipo al que llaman "Las máquinas guerreras". Para él la silla de ruedas representa una oportunidad: "Con la silla soy más libre".

Foto: Prensa PowerChair

Comenzó a jugar con su silla de uso diario, que es manual y más lenta que las que usa ahora. "No entendíamos casi nada, nos chocábamos, íbamos todos a la pelota. Ahora avanzó un montón, entendemos las reglas bien. De a poco conseguimos sillas específicas para jugar y fue más competitivo".

"El fútbol para mi es la vida. Desde chico mi hermano mayor y mi papá me lo transmitieron. Es una pasión. Vivimos, respiramos y comemos fútbol", dijo Valentín, quien, antes de conocer esta modalidad, se limitaba a jugarlo -pantalla de por medio- a través de la Play Station o sentado en el piso. Su papá "del corazón", José Bracco, cuenta que le ataban las piernas y que tenían como regla que la pelota no podía ir alta para que el pudiera atajarla y lo mismo en el colegio: un amigo conducía su silla manual para que Valentín pudiera jugar con el resto.

"Ahora lo puedo jugar con compañeros en una competencia oficial, es mucho más lindo. Antes era más aburrido, lo veía desde afuera. Me empecé a relacionar mucho más con compañeros con la misma enfermedad que yo. El deporte te permite conocer gente que vive igual que vos y pasa por lo mismo".

"Para atajar es importante estar atento a todo, tener una buena vista del arco y saber los movimientos que van a hacer los rivales", explicó Valentín quien se reconoce hábil en el juego de descifrar qué va a hacer su rival.

Iván Costa: un bochófilo con convicciones

Ivan Costa
Ivan Costa. Foto: Gentileza Selección Argentina de bochas

"Tomate", así llaman todos sus amigos a este joven de 21 años que suele ponerse colorado cada vez que afronta una situación incómoda o tiene que hablar en público. A pesar de esto sus palabras resuenan por su fuerza y porque simboliza una lucha incesante por auto superarse: "Tener una limitación no es sinónimo de 'no puedo', nuestro espíritu está pendiente de encontrar caminos diversos que nos conduzcan a logros posibles donde no existan límites. Todos tenemos algo en lo que nos destacamos y está en nosotros descubrirlo". Con esa certeza, se levanta día a día con el deseo de crecer y logró desarrollar distintas destrezas al punto que hoy forma parte del seleccionado de bochas.

Iván pudo caminar hasta los doce años, luego, producto de una Distrofia Muscular de Duchennea que le diagnosticaron a los cinco y que produce trastornos motrices progresivos, quedó en silla de ruedas. Comenzó a jugar a las bochas hace 9 años, cuando en 2007 debutó en los torneos bonaerenses. El año anterior, "Tomate" había competido en estos juegos pero con una disciplina diferente -lanzamiento de bala-, con la cual llegó por primera vez a la final en Mar del Plata.

"Al año siguiente mis profesores de educación física me comentaron la posibilidad de participar en un deporte nuevo que recién se estaba iniciando, que se adaptaba mucho más a mi patología y en el que se ponía en juego más la estrategia que la fuerza. Realmente fue un amor a primera vista [con las bochas], que hoy a pesar del tiempo transcurrido permanece intacto. Una vez que tomás contacto con el deporte es imposible olvidarse de él o desvincularse", describió Iván.

Él tiene grabado ese primer entrenamiento. Ese día también sus profesores se abrían a este nuevo deporte, así que conocieron de qué se trataba y sus reglas juntos. "Ese día éramos cuatro jugadores desconocidos que nos sorprendimos y divertimos probando algo nuevo que nos permitía descubrir de lo que éramos capaces".

El seeccionado argentino logró subirse al podio en los Parapanamericanos de Toronto donde alcanzaron el tercer puesto
El seeccionado argentino logró subirse al podio en los Parapanamericanos de Toronto donde alcanzaron el tercer puesto.

Con mucho esfuerzo, Iván escaló y llegó al seleccionado argentino. "Para mí es un gran orgullo, es representar a mi querida tierra en los remotos lugares a donde me lleven los torneos. Es increíble cómo palpita el corazón al escuchar nuestro himno, al ver nuestra bandera flamear en otros suelos. Me siento privilegiado por tener esta posibilidad". Y así es como, tras mucha dedicación y compromiso, el equipo logró subirse al podio en los Parapanamericanos de Toronto, donde alcanzaron el tercer puesto. Ese torneo tuvo la televisación como condimento especial, algo no menor para un chico que pasa horas enteras viendo cada evento internacional: "Fue una alegría saber que esta vez yo iba a ser protagonista de algo tan importante y con logros tan positivos".

Ivan reconoció a LA NACION que este universo le permitió volver a creer. "Era algo impensable hace algún tiempo. Pensé que en mi situación sería imposible practicar algún deporte. Es un motor que me impulsa cada día a mejorar, a seguir adelante para dar lo mejor de mí mismo y a superar las barreras que impone la sociedad. Juntos formamos una gran familia que enfrentamos las mismas dificultades y nos ayudamos para superarlas".

Florencia Moreno: una luchadora sobre ruedas

Florencia Moreno
Florencia Moreno. Foto: Gentileza Florencia Moreno

Florencia (27) juega al tenis adaptado desde hace dos años y medio, cuando abrieron una escuela en Cañuelas, su ciudad. Antes jugaba al básquet en el Cañuelas Fútbol Club, pero un accidente de tránsito cuando tenía 11 años le imposibilitó seguir. "Me llevaba una amiga en bicicleta en la parte de atrás y me atropelló el acoplado de un camión y, como iba cargado, entonces no hubo forma de salvar mi pierna derecha. Si bien mi vida cambió en lo físico porque tuve que adaptarme a una vida diferente a la que venía teniendo, seguí haciendo todas mis cosas, como ir al colegio y juntarme con amigas".

Ese primer día fue con miedo e incertidumbre "porque nunca había jugado en silla de ruedas, pero enseguida logré adaptarme y hoy sé que quiero dedicarme a esto". Así lo explica Florencia para quien el deporte es salud, compañerismo y una herramienta para integrarse en la sociedad y para progresar en la vida personal. De hecho, en su caso, al vivir "en una ciudad chica donde no se ven tantas personas con discapacidad, el deporte me permitió conocer mucha gente en mi situación".

Hoy esta jugadora, que sueña con alzarse una medalla olímpica, es parte del seleccionado argentino de tenis. "Cuando me convocaron sentí mucha satisfacción, todo el trabajo que venía haciendo valió la pena. Es lo que todo jugador anhela, ser parte de la selección y llevar la camiseta de Argentina. Representar a mi país significa compromiso, pasión, felicidad".

Fuente: La Nacion

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