Tiempos de libre mercado

Una serie de medidas orquestadas desde el gobierno nacional favorecen el desenvolvimiento del libre mercado y la concentración de riqueza.

Provinciales 01 de marzo de 2016 Mariano Romero

2016 no es y ni tampoco será un año cualquiera para Argentina. El bipartidismo de los viejos tiempos entre peronistas y radicales ha llegado a su fin. Los nuevos tiempos nos regalan el multipartidismo, en donde varias fuerzas políticas como coaliciones o alianzas electorales se disputan la representación de la ciudadanía.

Esta situación política se parece a lo añorado por Néstor Kirchner quien hace ya varios años, según lo que se dice, había predicho que en nuestro país tenía que existir dos grupos políticos bien diferenciados. Por un lado una fuerza progresista que velara por los intereses de las clases populares, que para el seria naturalmente el peronismo, y por el otro lado un grupo que representara los intereses de la clase alta y abogara por la desregulación de los mercados.

Hoy en día, resulta más que obvio, de que el sueño de Néstor Kirchner se ha cumplido. Primero surgió el partido Propuesta Republicana, mucho más conocido como Pro, que en 2007 de la mano de Mauricio Macri alcanzó el poder del distrito no solo más rico del país, sino de toda Latinoamérica. En 2015 junto a la coalición cívica de Elisa “Lilita” Carrió y la UCR (unión cívica radical), en ese momento presidida por Ernesto Sanz, forman la alianza Cambiemos que logra arrebatarle el poder al peronismo.

El Pro tiene todos los elementos que caracterizan a un gobierno de derecha. Sus filas se encuentran pobladas mayormente por personas que provienen de una familia de clase social alta o media alta y sus ideas económicas apuntan hacia la utopía del libre mercado, con mínimas intervenciones por parte del Estado.

Sin embargo hay que hacer mención de que el “partido amarillo” nunca reconoció su posición ideológica, argumentando que no se encuadraban en el eje derecha-izquierda, que son la nueva política, pero sus acciones hablan por sí solas. En apenas 3 meses de gobierno podemos identificar medidas propias de un gobierno neoliberal y neoconservador.

La primera de ellas es la quita de retenciones y la disminución a la soja sin discriminar entre los poderosos estancieros y los pequeños productores. En argentina, una pequeña minoría de terratenientes controla el 82% de la producción de todos los cereales del país. Quitarle los aranceles a este selecto grupo es favorecer la concentración de la riqueza.

Otra medida de corte liberal es la baja de impuestos para los autos de alta gama, que además son importados y sin ningún valor agregado por parte de nuestro país. Esta acción solo desliza la sensación de que la clase alta está aumentando su poder adquisitivo, mientras que las proyecciones para la clase media y la clase baja no son positivas en este año.

El endeudamiento volcado a la especulación financiera es otra característica de las economías de mercado. De esto mostró su preocupación el senador nacional de Proyecto Sur, Pino Solanas, quien sentenció que: “Acá hay 16 mil millones de dólares más de deuda en estos 60 días y abren la canilla para que las provincias se endeuden con el aval del Banco Nación y el Banco Central”.

Los despidos son desde el inicio del nuevo gobierno un tema de debate. Según el observatorio de derecho social de la CTA autónoma, conducida por Pablo Micheli,27.199 son las personas despedidas en el sector público. Pero el sector público no es el único, ya que en el sector privado, la CTA de Micheli registra  22.529desvinculaciones.

La minería también se vio favorecida por el macrismo. Por medio de un decreto, el presidente eliminó las retenciones a las exportaciones mineras. El monto que el Estado dejará de percibir es de 220 millones de dólares. El conflicto en esto radica que la minería es una actividad oligopólica, en donde unas pocas multinacionales manipulan el mercado, dejando a su paso graves daños ambientales.

Por último, si bien la suba del mínimo no imponible beneficiará a 180.000 trabajadores, es verdad también que la medida no es de “color de rosas” para muchos otros trabajadores. Sergio Massa declaró que: "El salario no es ganancia, es remuneración. Hay 220.000 personas que no venían pagando ganancias y ahora si lo van a hacer. Con las retenciones que le quitaron a la Minería podrían financiar el fin del impuesto a las ganancias". Y además sostuvo que si: "Siguen las distorsiones porque no se tocaron las escalas, ¿cómo van a compensar la quita de subsidios? Tenemos que construir un sistema tributario progresivo”.

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Si bien, como acabamos de ver, Sergio Massa, ha disparado contra el oficialismo, lo cierto es que a veces no sabemos si es un aliado político o como él mismo dice, un opositor que “no va a ponerle palos en la rueda a Macri”. Es más, en la provincia de Buenos Aires el Frente Renovador está literalmente co-gobernando. El tigrense ha demostrado su aprobación en determinadas medidas como en la quita de retenciones y en los despidos en el sector público. Ahora pareciera que comienza a desvincularse de su imagen de opositor funcional. Ejemplo de ello es el relanzamiento del índice congreso para medir la inflación, ante la negativa del INDEC de brindar datos oficiales.

En el mismo sentido de Massa encontramos a Juan Manuel Urtubey, gobernador peronista de Salta, quien junto con un grupo de dirigentes peronistas, entre ellos, Diego Bossio, ha demostrado sus intenciones de ser una oposición razonable, avalando también ciertas medidas del macrismo. A pesar de ser acusado por el kirchnerismo duro de ser funcional al macrismo y hasta de tener un pacto con Macri, el salteño ambiciona ir por el Partido Justicialista en las próximas elecciones internas y además dice querer ser candidato a presidente en 2019.

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Es factible que lo logre, porque el del kirchnerismo duro no tienen ningún candidato que logre hacerle frente en la carrera hacia la presidencia del PJ, apoyado por la estructura política de la “liga de gobernadores peronistas” y mucho menos, en las presidenciales. A menos que Cristina decida volver a la arena política, a pesar de haberse dicho que no sería candidata a presidenta ni por el partido y ni por la nación. En caso de que cambiara de parecer podría ganar la adhesión de los afiliados del PJ, debido a que conserva una buena imagen y un importante poder de movilización. Ver una batalla entre estas dos figuras sería un interesante espectáculo político, pero debilitaría al peronismo y lo pondría en una situación de considerable debilidad. Ambos saben que fragmentar absolutamente al movimiento no es una opción.

El panorama político no está claro. Nos encontramos sorpresivamente con una fuerza de centro-derecha que cuenta con apoyo del poder económico y de los grandes medios y encamina a la Argentina hacia un sistema económico, que en la práctica no solo no ha funcionado, sino que también es responsable directo de la concentración de riqueza y por ende de la desigualdad social. La oposición tiene el deber de marcar los errores y de construir una alternativa superadora, pero si los principios sustanciales del hipotético nuevo gobierno son idénticos a los del actual gobierno, el establishment seguirá gobernando el país.

Mariano Romero, ciudad de Santa Fe, Argentina.

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